La vida religiosa, ya desde ahora te ofrece esta posibilidad: ser pobre. Ya desde aquí queremos vivir lo que viviremos en el cielo. La vida religiosa quiere ser en el mundo signo, señal de lo que viviremos para toda la eternidad.
¿No parece sorprendente poder amar a cada persona???
Pues ya aquí podemos amar con un corazón universal, sin atarnos a nadie concreto, para así poder amar a todos.
Esto será lo que viviremos para siempre. Amar con el mismo amor del Señor.
A mí me parece ya algo sorprendente. Y realmente un regalo el poder amar de esta manera. Y lo mejor es que sin saber cómo este amor va apareciendo en nuestro corazón, para poder repartirlo a manos llenas, cómo hacía el mismo Señor.
¿Y no parece sorprendente poder vivir sin buscarse necesidades superfluas???
En este mundo donde parece que el que más vale es el que más tiene, me resulta llamativa la vida religiosa con su voto de pobreza, queriendo decirnos que en la eternidad no necesitamos nada de todo eso que aquí buscamos, a veces, con tantas ansías.
Allí ya sólo en "amar es mi ejercicio", eso será lo único que necesitemos en la vida futura, en la vida para siempre: amar, amar, amar…
¿Y caso hay alguien más libre que quien se deja hacer por el Señor en cada momento???
Con el voto de obediencia, los religiosos decimos al mundo lo que Dios puede hacer en quien se deja.
Quién libremente se pone en manos de Dios, dejándole hacer, sabe que ahí va a encontrar la felicidad terrena, porque sabe que Dios busca su felicidad.
Y no sólo la busca para este momento presente. Dios nos quiere felices para la eternidad. Y amando su voluntad, poniéndonos en sus manos, es dónde se encuentra ese gozo para ahora y para el futuro.
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